Zitrón diversifica su producción hacia el sector del ocio con el paracaidismo en interior

La empresa asturiana, líder mundial en sistemas de ventilación, ultima su tercer equipamiento para esta especialidad deportiva en auge

EL COMERCIO

Volar sin la aprehensión de tirarse de un avión con un paracaídas como único seguro de vida. Así es el vuelo o paracaidismo de interior ('skydiving indoor'), una modalidad deportiva en auge en la que Zitrón no ha tardado en involucrarse. La empresa asturiana, líder mundial en sistemas de ventilación para minería, túneles y metros, emprendió el camino de la diversificación hacia el sector del ocio en 2015 de la mano de varios voladores aficionados de Suecia.

Querían crear su propio túnel del viento en el silo de una antigua industria cervecera de Estocolmo y para ello recaudaron dinero a través de internet -micromecenazgo o 'crowdfunding'- y adquirieron el edificio negociando una renta baja con la administración municipal. Con todos los preámbulos resueltos, le plantearon la idea a Zitrón, que, atraído por las buenas perspectivas de futuro que augura esta práctica deportiva, se puso manos a la obra para diseñar y construir los ventiladores de más de cinco metros de diámetro. Erigir este tipo de instalaciones cuesta unos cinco millones de euros y en el mundo están construidas o en proceso de ello 232. Cada una de ellas requiere cuatro ventiladores, cuyo precio, según Zitrón, oscila entre 1,5 y 2 millones de euros
Las aspas se fabrican en fibra de carbono, pues «si fueran de acero o aluminio y se rompieran, se convertirían en una especie de metralla que dañaría a los voladores que estuvieran dentro del túnel de viento», explica Justo Suárez, responsable comercial de Zitrón. Además, es un material menos pesado y exige menos al motor, por lo que son sistemas más eficientes. El resto del conjunto se fabrica con acero inoxidable. La «materia gris» del proyecto, como indica Suárez, es Susana Rodríguez Díaz, ingeniera industrial por la Universidad de Oviedo, quien lleva más de catorce años trabajando para Zitrón. Ella diseña los ventiladores y, además, es la responsable del banco de ensayos de estos.
La empresa asturiana alberga en sus instalaciones «el mayor túnel aerodinámico de pruebas del mundo para ventiladores de minería y túneles», según Suárez, y lo aprovechan también para someter a los del paracaidismo en interior a condiciones «extremas» de resistencia. Miden su caudal o centímetros cúbicos de aire que aspiran, su presión y el consumo energético. «Los sometemos a pruebas tan exigentes como las que se hacen a las turbinas de un avión. Si pasan la aceptación en fábrica están listos para enviarlos a su destino definitivo», asegura Suárez. El sistema debe ser capaz de generar una racha de entre 200 y 300 kilómetros por hora para conseguir que los aficionados puedan volar en el interior del túnel, que mide unos 4,6 metros de diámetro y otros 8 de alto. Además de los ventiladores, Zitrón envía varios componentes para completar la instalación como piezas aerodinámicas, un 'software' de control y el equipo eléctrico para ponerlo en marcha.

El proyecto de Estocolmo fue el primero en el que participó la entidad asturiana y en menos de un año este túnel del viento sueco recibió más de 68.000 visitas. Zitrón continúo por esta línea diseñando y construyendo los ventiladores de MadridFly, una de las cuatro instalaciones dedicadas al paracaidismo en interior en España. Y ahora volverán a compartir mesa de trabajo con los suecos para construir un nuevo túnel del viento en Gotemburgo, la segunda ciudad más grande del país. Cada vez hay más instalaciones de este tipo por todo el mundo. Es más, solo en España hay tres en construcción y una más anunciada para un futuro cercano en Bilbao. La experiencia que ofrecen es única, pero su precio es elevado: en torno a sesenta euros por dos minutos. No obstante, un vuelo en paracaidismo suele durar entre cuarenta segundos y un minuto.
El metro de Doha, a punto

Zitrón, que en España da trabajo a 214 personas, cuenta con una producción abierta al mundo, gracias en parte a las once filiales que tiene distribuidas por los cinco continentes. De hecho, el 94% de su facturación anual -en 2017 se situó en torno a los 110 millones de euros- responde a exportaciones. Entre los varios proyectos que tienen en marcha, está el de la ventilación del metro de Doha en Catar. «Esperamos finalizarlo este año. Tiene que estar ya operativo para el próximo mundial de fútbol», indica Suárez.

Recientemente se han hecho cargo también de los sistemas de ventilación en los metros de Milán y Riad, dos proyectos para los que cuentan con dos años de ejecución y un presupuesto que se sitúa alrededor de los seis millones de euros. También están diseñando ventiladores para las minas de cobalto en Chile y tienen encaminadas otras actuaciones en el sudeste asiático, Rusia y Australia.

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