Las claves para innovar con éxito y adaptar nuestra empresa al futuro

El foco debe ponerse en la definición del problema e identificación de las necesidades a solucionar

EL ECONOMISTA

El 84% de los directivos piensa que la innovación es estratégica e importante para el crecimiento de la compañía o negocio. Sin embargo, solo el 6% declara estar satisfecho con los resultados de sus esfuerzos en innovación, según un estudio de McKinsey.

Es un bajo porcentaje que se explica por varios factores, que van más allá de que a las empresas, sobre todo a las pymes, se "les come el día a día". Mucha veces el problema está en que más que un reto, se tiene un proyecto que ya está encaminado y en el que no hay nada que resolver aunque, a veces, también el handicap es de base en la estrategia porque no se ha decidido bien dónde focalizar los esfuerzos. Pero, principalmente, este porcentaje de satisfacción con los resultados se produce porque la innovación "choca con la forma tradicional de hacer en las organizaciones. Hay un choque cultural", explica Laura Zacarés, coordinadora de Transferencia Tecnológica de Incotec, a elEconomista

Las organizaciones suelen trabajar o poner el foco en la regularidad, eficacia, eficiencia, constancia y velocidad, que representa el negocio y el corto plazo. Por hacer un símil estos factores serían como la rueda trasera de una bicicleta, pero también "hay una rueda delantera, que es la representación de la incertidumbre, crecimiento, creatividad, visión y cambio, que se alimenta menos. Pero los negocios son como ir en bicicleta. Para mantener el equilibrio, hay que estar en movimiento y, para ello, son necesarias las dos ruedas, aunque en el día a día se nos come la rueda trasera y se presta menos atención a la delantera", que es la que va a guiar la estrategia para perdurar en el tiempo.

Las empresas se equivocan en pensar que los procesos de innovación están ligados a la generación masiva de ideas. "Se necesita la fase de exploración del entorno, que es el reto, y que es tan importante como la fase de definición de las soluciones. Se debe poner el foco en definir el problema e identificar las necesidades a través de la empatía con el cliente, el usuario o el consumidor". No hay que olvidar que el 99% de los éxitos comienza como oportunidades o problemas. "Hay que enamorarse de los retos y las ideas vendrán después", añade Laura Zacarés, quien ha participado en el encuentro 'Cómo identificar y definir los retos de innovación en mi empresa', organizado por el Ecosistema Más Empresa de Ibercaja con CEOE.

Y esto es importante porque "las empresas tienden a enamorarse de sus ideas y las meten con calzador sin haber hecho un chequeo en relación a los usuarios, beneficios... Se olvidan de a qué problema hay que darle solución y tampoco se alinea con los objetivos de la empresa".

Un buen reto en cinco pasos

Para innovar con éxito es conveniente seguir cinco pasos. El primero es la fase de exploración. "Toda empresa tiene un radar de oportunidades. Debe captar la información del entorno. Se trata de mirar dentro de la empresa y del sector, lo que está pasando fuera (es decir, en el mundo), observar a los clientes y a los potenciales, mirando alrededor. Hay que tener estas tres capas activas de forma consciente porque de ahí va a surgir la innovación". Además, es importante que "los retos estén alineados con los objetivos estratégicos y con las palancas estratégicas que ayudan a materializarlos", utilizando las que ya se tienen o bien creándolas para que el reto pueda salir adelante.

Una vez se ha realizado la exploración, la segunda fase es la selección y definición de lo más relevante, es decir, la oportunidad de innovación. "Si se ha hecho bien la primera fase, debería ser un listado de oportunidades o necesidades desde el punto de vista de la empresa, clientes o usuarios, planteando la urgencia y el impacto que pueden tener". Es clave identificar bien el problema o la necesidad real para evitar trabajar en el problema equivocado.

El tercer paso es la de-construcción del reto para definir sus dimensiones. Aquí ayuda formular varias preguntas para determinar prioridades que, aparentemente, no estaban identificadas. Es fundamental cuestionarse cómo es la experiencia del cliente con el producto o servicio de la empresa, los obstáculos que tiene para disfrutarlo, lo que más le gusta o por qué adquiere el de nuestra compañía, así como detectar el tipo de clientes que tiene problemas para acceder a él o el consumidor que es prioritario para la empresa, entre otros interrogantes a formular. En la de-construcción también es posible emplear otras herramientas como los mapas mentales para seleccionar el input más relevante o los mapas de utilidad para identificar los puntos de dolor del cliente a lo largo de todo el ciclo de relación con el producto o servicio.

La cuarta fase se corresponde con la formulación del reto. "Es importante que esté equilibrado: ni demasiado concreto porque se pierde creatividad ni demasiado abstracto porque no hay dónde agarrarse. Hay que buscar un buen ancla sobre el que poner a trabajar la creatividad", atendiendo al problema (es el qué) y para qué o por qué se hace y para quien lo hacemos, así como la vía o camino apuntando el cómo".

Finalmente, se llega al quinto paso de concreción o redacción del reto. "Bien definido, nos permite capturar las mejores ideas y estas nos conducen hasta un mayor potencial para generar soluciones innovadoras y con potencial de negocio". En esta fase, es posible emplear herramientas como Canvas Triple 'P', que comprende tres bloques: propósito, personas y problema. "El reto se pone en el centro y se trabaja en estas tres partes".

Los principales retos a los que se enfrentan las compañías

Un reto puede definirse como un objetivo o empeño difícil o estímulo para quien lo afronta y que, además, requiere de soluciones creativas en entornos de incertidumbre. Sobre esta base, es posible hablar de dos tipos de retos. Uno de ellos son los tecnológicos, que suelen requerir un equipo multidisciplinar para llevarlos a cabo e incluso de la colaboración de agentes externos en los que son más complejos porque se desarrollan soluciones o tecnologías más disruptivas. Se apuesta así por la innovación abierta. También están los retos de innovación de mercado, que son aquellos que están relacionados con las necesidades del usuario, cliente o negocio y que, incluso, pueden ser internos. Este caso, cuando son de mayor complejidad, igualmente es posible a su vez precisar de colaboración externa para tener una visión diferente con la que se aporte valor a la solución a desarrollar y con la finalidad de que sea exitosa.

 

 

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