Innovar: del capitalismo al talentismo

Hay que desplazar el foco del corto plazo ‘seguro’ a un futuro más diversificado

CINCO DÍAS

 

La innovación está de moda. Se ha convertido en término mainstream y las empresas se afanan por subirse a esa ola para no quedar descolgadas. La innovación se ha convertido por derecho propio en el valor diferencial que hace que una compañía pueda seguir siendo competitiva. No hay una tercera vía: innovar o desaparecer. Sin embargo, deslumbrados por el glamur del concepto, a veces se olvida que más allá de modas y corrientes existen poderosas razones económicas que sustentan la necesidad de innovar.

Al contrario de lo que sucedía hace unos años, vivimos en una época en la que el acceso a financiación ya no es una odisea para las empresas. De hecho, como señalaban recientemente los autores Michael Mankins, Karen Harris y David Harding en un artículo de Harvard Business Review (Cómo cambia la estrategia en épocas de capitales muy abundantes), vivimos en una época marcada por la superabundancia de capital. Según Bain & Company’s Macro Trends Group, el capital financiero mundial se ha multiplicado por tres en los últimos 30 años y ya supone 10 veces el PIB mundial.

Las implicaciones de este cambio de escenario son numerosas. Sin ir más lejos, supone que a una empresa le resulta mucho más fácil y barato obtener financiación, tanto si lo hace a través de la emisión de deuda, como si opta por una ampliación de capital. Con las tasas de interés más bajas de los últimos años, los costes de financiación son mucho más asequibles en general.

Bajo estas nuevas condiciones, las estrategias de las compañías basadas en la acumulación de capital ya no tienen demasiado sentido. Llenar la caja a toda costa no debería ser el punto central de las estrategias empresariales. Porque la gestión del capital financiero disponible ha dejado de ser una ventaja competitiva por si sola.

En el artículo de HBR, los analistas demuestran que en épocas de capitales abundantes lo que más valoran el mercado bursátil y el accionista es generar crecimiento e innovación, no eficiencias operativas. Del estudio generado se evidencia cómo el valor bursátil de una empresa que hace crecer su ebitda un 1% por crecimiento e innovación genera cino veces más incremento en el valor intrínseco de la empresa que una empresa que genera el mismo 1% por eficiencia.

En épocas en las que el capital es abundante y barato, los inversores buscan empresas arriesgadas y con capacidad de generar nueva riqueza y crecimiento, no solo compañías centradas en hacer bien lo que llevan haciendo desde hace años.

Basta pensar en las cinco empresas mas capitalizadas del mundo y nos damos cuenta de que todas tienen un perfil innovador y de crecimiento. ¿Cuándo fue la última vez que vimos un plan de eficiencia de Amazon en los periódicos o en su junta de inversores?

Otro buen ejemplo lo encontramos en la industria del turismo. A una cadena hotelera tradicional, cada nueva apertura le obliga a sacar a relucir su enorme músculo financiero y hacer un esfuerzo descomunal en términos de recursos. Todo para obtener, en el mejor de los casos, un retorno del 10% al final del ejercicio. Sin embargo, una empresa de la nueva economía como Airbnb es capaz de generar beneficios hasta diez veces superiores sin poseer en propiedad ni un solo apartamento de los que operan en su red.

Los propios inversores, poco dados por naturaleza al riesgo, se muestran decepcionados con los resultados arrojados por las apuestas de manual y demandan nuevas líneas de actuación. Las compañías necesitan averiguar nuevas formas de sacar valor a ese capital financiero. Y esa nueva vía que se les abre en el horizonte se llama innovación.

Las compañías más innovadoras han comprendido que su valor más preciado no es el dinero que son capaces de acumular, sino su capacidad para generar soluciones a problemas reales de sus clientes y llevarlas al mercado en un espacio de tiempo cada vez más corto.

Pero si el capital no escasea, ¿cual es ese otro factor difícil de encontrar que puede determinar el éxito? Sin duda, es el talento. ¿Y de que manera puedo atraer el talento? Aquí la única respuesta es con un liderazgo excelente. El nuevo enfoque exige un cambio de mentalidad. La innovación supone desplazar el foco de unos pocos proyectos seguros de corto plazo, a pensar a largo plazo y a apuestas más diversificadas, con mayor factor de riesgo y menor recorrido temporal. Supone, como dice el consejero delegado de Sanitas, Iñaki Ereño, manejar dos planificaciones: una a tres meses y otra a diez años.

Supone pasar de aspirar a tener una empresa saneada hoy a tener una empresa sostenible mañana.

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